Conocí el Carrizal de Cofín hace unos años. Había leído en una publicación, promovida por el Grupo Ornitológico de La Rioja, la importancia del paraje “Cofín-Rigüelo” para las aves esteparias (ganga ortega, sisón…). Era una iniciativa de divulgación para su protección. El Ayuntamiento de Alfaro se había comprometido a considerarlo un espacio de especial conservación.

Y en semejante espacio, digno de una cuidadosa conservación, donde la Consejería hizo recientemente una afortunada intervención mejorando acequias que recogen la escorrentía natural de las yasas (pequeños barrancos) para que no falte el agua, caminos, aparcamientos, paneles explicativos; en la parte más cercana a la fábrica de Orlando (Heinz), pretenden instalar un gran parque solar que podría destruir cientos de hectáreas de estepas que circundan el carrizal de Cofín y que están ligados ecológicamente al mismo, destruyendo así una parte importante del paisaje estepario alfareño.
Es cierto que ya es hora de impulsar las renovables, pero la transición ecológica requiere de un cuidado extremo, no dar palos de ciego, ser escrupulosos con el análisis del impacto ambiental y preservar los espacios más valiosos. Lo conservador, puede ser lo más progresista. La energía solar tiene menos impacto sobre el medio, pero lo tiene. Y a pesar del retraso que llevamos, y quizá también por ello, debemos hacerlo extremadamente bien para no cometer errores irreversibles. Los paneles solares atraen a los insectos acuáticos que los confunden con agua por sus reflejos, depositan sus huevos, que no prosperan, lógicamente, con la consiguiente pérdida para la biodiversidad. El suelo bajo los paneles no solo pierde la cubierta vegetal, termina perdiendo también la fertilidad, y eso conduce a la desertización. El impacto es importante para flora y fauna. No se puede poner en cualquier sitio, no en un paraje que se ha reconocido de gran valor ecológico y merecedor de conservación y de protección. AÚN ESTAMOS A TIEMPO.
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